lunes, 12 de noviembre de 2012

Lotus Plaza, la magia de la timidez

El guitarrista de Deerhunter repasó su nuevo disco en La [2] de Apolo con un show retraído con más luces que sombras


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Lotus Plaza, la magia de la timidez | PlayGround | Articulos Musica
Lockett Pundt presentó por primera vez en Barcelona sus canciones como solista en un concierto en el que pasó acertadamente su voz a segundo plano a favor de una instrumentación que funcionó como un buen engranaje, el poder cándido de sus brillantes temas y unas atmósferas penetrantes

Fotografías de Noelia Rodríguez

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Que la escena cultural anda más que jodida lo sabe todo el mundo bien. Y cada vez se hace más evidente con un sinfín de giras que deberían pasar por nuestro país, pero por el simple motivo de que las cuentas no cuadran, no lo hacen. La ocurrencia de subir el IVA al 21% está complicando mucho las cosas y, por eso, que a estas alturas de la película traigan a una banda como Lotus Plaza no sólo a Madrid y Barcelona, sino también a San Sebastián es cuanto menos insólito (y, dicho sea de paso, digno de elogio a los promotores). Cuando las cosas no pintaban tan mal, pongamos hace dos o tres años, hubiese sido impensable tener en España a Lockett Pundt y los suyos, y ahora que caen chuzos de punta, por caprichos del destino, los tenemos por triplicado y en sala. Su concierto de anoche en la capital barcelonesa fue tan extraño y contradictorio como este caso que se plantea.

"El alma de Lotus
Plaza decidió depositar
toda la atención en los
pasajes instrumentales,
que los hubo muchos y
francamente brillantes"
Como se ha venido diciendo muchas veces, el camino que ha seguido Lotus Plaza en disco ha sido paralelo al que ha tomado Atlas Sound. De unos inicios más pesados y brumosos (ese “The Floodlight Collective” que marginaron anoche) han pasado al más luminoso “Spooky Action At A Distance”, uno de los álbumes tapados del año, del que probablemente muchos se olviden cuando confeccionen las listas de lo mejor de 2012, pero que cuenta con más de cuatro o cinco gemas a la altura del catálogo de Deerhunter. Sin embargo, existe una diferencia fundamental entre los directos de una y otra banda paralela. Mientras que en los de Bradford Cox el foco está puesto directamente encima de él, su armónica, su guitarra y su tabla de pedales, Lockett Pundt ha decidido rodearse de una banda propiamente dicha; esto es, batería, teclado, segunda guitarra y bajo. Probablemente tenga algo que ver con la timidez que ha exhibido siempre tanto en los shows del grupo principal, donde otros actores secundarios como Josh Fauver y su inseparable pitillo son más vistosos, como en las entrevistas, donde ha llegado a asegurar que sentía un pánico escénico que poco a poco ha ido aprendiendo a dominar.

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Lo de anoche no fue miedo pero, desde luego, sí que hubo mucha timidez. Media un mundo entre el irresistible carisma de Bradford Cox y el carácter retraído de Lockett Pundt. Por eso y, porque su voz nasal no es la repera, el alma de Lotus Plaza decidió depositar toda la atención en los pasajes instrumentales, que los hubo muchos y francamente brillantes. El reverb camufló sus discretas habilidades vocales e hizo aún más ininteligibles sus escasas letras, pero sirvió para crear unas atmósferas acongojantes como en esa rareza que es “Come Back”, casi diez minutos que fueron del ambient drone al shoegaze. Y cuando decimos shoegaze, lo decimos con razón de ser, pues todos los músicos tenían la mirada fijada completamente hacia sus pies. Las pocas veces que el de Atlanta se dirigió al público fue para pedir disculpas porque se le rompió la guitarra en la inédita “Splendour Of The Sea” o en una “Monoliths” que tocaron con demasiada prisa, como aquellos colegiales que presentan atropellados en las exposiciones en público. Fue una verdadera lástima, porque es probablemente su mejor canción y lo que muchos madrileños coincidieron en decir que se echó en falta en el directo que ofrecieron el martes.


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Sin embargo, la actuación tuvo momentos especialmente lúcidos, con todos los músicos sonando muy compenetrados, y más teniendo en cuenta el tratamiento a capas de las canciones de Lotus Plaza. La versión que ofrecieron de “Eveningness” fue tan encantadora como en disco, pero quizá más brumosa y densa, como si formase parte de “The Floodlight Collective”. Un tema de puertas cerradas, con un aroma ligeramente opresivo, que funcionó a las mil maravillas en la calidez de una sala. Por su parte, “Remember Our Days” fue seguramente uno de los mejores momentos de la velada para el público, que abandonó la actitud contemplativa para animarse a pegarse los primeros bailes y “Jet Out Of Tundra” consiguió, de nuevo, hacernos olvidar durante cinco minutos de Deerhunter. Antes del bis, Lockett Pundt se despidió con un “tengo la sensación de que no ha sido nuestro mejor show, pero estoy contento de que os haya gustado”. Y exactamente eso fue lo que ocurrió. Uno salió de la sala con la sensación de que Lotus Plaza tienen un largo camino por recorrer y un margen de mejora ancho, pero la candidez de sus temas, la fiabilidad de la instrumentación y las penetrantes atmósferas que crearon consiguieron que la sensación general fuese más bien de moderada satisfacción que de leve sabor agridulce. Vendrán más y mejores ocasiones.

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