lunes, 12 de noviembre de 2012

Los primeros 3 modernillos de mierda


Modernillos de Mierda

Panfleto anti-hipster por entregas. Hoy, los modernos más exagerados


Por:


Modernillos de Mierda | PlayGround | Articulos Musica
Modernillos de Mierda, o sea, Óscar Broc, ha estado dirigiendo sus misiles contra estereotipos y tendencias. Pero ya basta: ahora hay que apuntar a los modernos particulares, contra los hipsters canónicos. He aquí una lista de 10 modernillos que dan especial repelús, de Antony a Skrillex.

Ha sido un trabajo arduo, proceloso, interminable, semanas enteras dedicadas a esta inmensa basura, pero al final lo he conseguido. Horas y horas de encuestas entre periodistas musicales, escritores, DJs y otros camorristas de la picaresca que viven del cuento por deporte. Cientos de horas dedicadas a forjar una lista canónica para las generaciones venideras de practicantes del odio. Finalmente, Modernillos De Mierda ha conseguido destilar una relación con los diez ejemplares modernillos más odiados, después de recabar fobias entre numerosos pensadores ilustres de la cultura trash. Necesitábamos saber quiénes son los cabestros del hispterismo que merecen una buena sesión de banderillas, estocada y puntilla. En este ruedo no hay piedad, pero sí nobleza. La misma que nos permite torear a los morlacos de las mejores ganaderías hipsters describiendo bellos movimientos en la arena, sin olvidarnos, eso nunca, de que hay que destripar al bichejo hasta que no tenga fuerzas ni para tirarse un pedo.
Por cierto, como MDM no es una fuente de rabia gratuita (risas enlatadas), también he optado por elaborar mi podio olímpico personal, con los tres modernillos patrios que mejor me caen: el oro, la plata y el bronce del coolness ibérico. Viva España.

El paredón de los modernillos: los 10 más irritantes

1. Antony Hegarty: sin censura

antony-hegarty_051112_1352113729_77_.jpg
Nació de un huevo. Por eso resulta imposible determinar a qué género y especie pertenece. Nadie sabe qué es Antony Hegarty, lo único que está claro es que su estética, una mezcla de plañidera gaditana, travesti gótica y ama de llaves de Vincent Price, ha seducido a la modernidad con la fuerza de una flatulencia bovina. Hegarty es la hija de la familia Addams, pero en versión trans y en una edad adulta castigada por la acción de la indigencia y las bolsas de patatas. Cristina Almeida zombie.
El suyo es un look situado en la fina línea que separa la repugnancia de la adhesión más incondicional. Pero lo que seguramente ha hecho de este humanoide un icono para modernillos es su voz mairenesca. Una voz que hemos oído en infinidad de anuncios emotivos y hasta en esa película infame que Isabel Coixet rodó en Japón y cuyo nombre ni me molesto en buscar en Internet, como podéis ver. Antony no tiene buena pinta, la verdad. Quizás por culpa de una alimentación cimentada en el cubilete de pollo y la botella de Pepsi de dos litros, tiene la apariencia un ser enfermizo, dejado, gelatinoso, amarillento, cono olor a pis rancio y fritanga axilar. Pero de nada sirven las elucubraciones banales cuando hablamos de él. Sólo sé una cosa: para recuperar la salud, Antony haría bien en viajar a Sevilla y pedir consejo al único hermano que se le conoce. Le llaman Falete.

2. Dan Deacon: jur, jur

dan-deacon-2012_051112_1352115794_13_.jpg
Nacido y criado en Chiquitistán, Dan Deacon enseguida mostró interés por el estilo agresivo del celebérrimo Krispín Klander, una masa adiposa dada a la extravagancia cromática y al modo de vida plumífero más extremo. Desde las barricadas, el bueno de Deacon observaba las evoluciones del campeón chiquitistaní con una bolsa de basura llena de Panteras Rosas en la mano, y por las noches soñaba con ser como él, o mejor dicho, soñaba con eternizar la estética Dennis Roussos meets Teletubbies tan característica del tonel afeminado que Pepe Navarro lanzó a la fama en tierras españolas.
La inspiración klanderiana es evidente. Ahí está ese cuerpo viscoso coronado por unas gafas de cajera septuagenaria, unas llamativas lupas a medio camino entre el barroquismo de Rappel y el look secretaria de los Cazafantasmas. Ahí están esas camisetas estroboscópicas capaces de seccionar yugulares de corderos con sus destellos fosforescentes. Ahí están esos tonos edredón tan Mayra Gómez Kemp, esa cabeza rapada describiendo un óvalo casi perfecto de seborrea, esos jerseys tejidos con lana de cien llamas sacrificadas sobre un póster de Elton John disfrazado de pollito.

"Algo en su look
me lleva a pensar
que no se toma
demasiado en
serio a sí mismo"
Dan Deacon es un homenaje cárnico al hipster mantecoso. Es el hipster simpaticón, un tipo al que le perdonamos todas sus extravagancias porque tiene un je ne sais quoi que te obliga a adorarle con la misma intensidad con que aborreces sus pintas. Está en el límite que separa la rabia de la compasión grasienta, el bacón de la panceta, la mariconada –con perdón– del gag. Porque si Deacon no fuera un gag en sí mismo, si no pareciera adicto a las tallas extra grandes de Humana, con toda seguridad nos parecería una moderna americana de las de toda la vida, con su barba mal cortada, sus gafotas, su gorro de lana, sus zapatillas ponzoñosas y sus camisetas de dinosaurios.
No voy a negar que a Deacon sabe mal vilipendiarle, no sé por qué. Algo en su look me lleva a pensar que no se toma demasiado en serio a sí mismo. Se le ve íntegro al mastuerzo. No hagáis ruido y observadle desde los arbustos; miradle, cediendo su silla a los impedidos en El Pollo Campero, compartiendo una porción de su shawarma con las palomas, haciendo acopio de litros y litros de sudor post concierto en garrafas industriales para cuando haya escasez de agua en el mundo. Buena persona no. Gran.

3. Ryan McGinley: pechito con pechito

ryan-mcginley_051112_1352115293_72_.jpg
A muchos fotógrafos modernillos se les ve el plumero, que no la pluma, aunque también. Al socio Ryn McGinley le hemos cogido la matrícula desde que vimos sus primeras fotos. Vaya, que cuando un tipo se dedica en cuesco y alma a inmortalizar adolescentes en pelota picada correteando por el bosque, jugueteando en bolas con animales salvajes o dando saltitos por bucólicos campos de espigo cachete con cachete, te está diciendo en la cara cuáles son sus debilidades. ¡Y encima le pagan, familia! McGingley no es un caso único, de hecho el universo modernillo está infestado de supuestos fotógrafos que lo único que hacen es ponerse las botas en materia cárnica y cobrar. Quién no corre vuela, maricón el último, y todas esas cosas.
Efebos tatuados con peinado garçon y el vello púbico al aire. El culo de lo que parece una niña de piel lechosa, lleno de granos reventados y surcado por una cola de nutria. Adolescentes saltando en cuevas como Dios les trajo al mundo. Hurón blanco metiendo el hocico en el recto de un púber. Tetuda veinteañera con un ojo morado en el desierto encendiendo un pitillo. Jovenzuelo remojándose en una cascada mostrando un culo ensangrentado vete tú a saber por qué rigores. Es como si Terry Richardson, Roman Polanski y Boy George se hubieran fundido en un solo ser y de esa alquimia hubiera salido el bueno de Ryan, con su cara de no haber roto un plato. Porque platos no sé, pero otras cosas seguro que las ha dejado hechas añicos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario